miércoles, 23 de enero de 2013

Carta de un esclavo a su Diosa

A veces te conocen mejor tus esclavos,solo con una palabra o una simple mirada


Carta de un esclavo a su DUEÑA



Estoy preocupado SEÑORA. Desde hace unos días la percibo triste, muy triste. Por las noches la oigo revolverse nerviosa en su cama. Por las mañanas se levanta de mal humor y no me importa que lo pague conmigo, me importuna que sufra, que no sea feliz. Por las noches, cuando regresa del templo lo hace insatisfecha, se lo percibo, pues hace unos meses la veía regresar alegre, feliz, satisfecha, más aún después de alguna sesión. Siempre me comentaba los pormenores de la misma, compartía conmigo, su esclavo 24/7, las circunstancias de la jornada, las características del sumiso, su tendencia. Pero desde hace un tiempo, desde que conoció a…, prefiero ni nombrarlo, está enfermando.
Creo que es de amor, ese amor que USTED le dedica y que él no sabe apreciar y me gustaría ayudarla, lograr de algún modo que su sufrimiento fuera a parar a mí o a otro de sus esclavos, pues en modo alguno quiero parecerle posesivo, egoísta, engreído. USTED ya lo sabe, vivo a sus expensas, para hacerle más llevadera la parte de su existencia más prosaica, la intendencia, la limpieza, todos los pequeños asuntos que cuando no se desean resolver por uno mismo es preferible disponer de alguien que se encargue de ellos. Ese soy yo. Un leal criado que procura tenerle la cena a punto cuando regresa, la casa limpia y ordenada para que sus invitados se sientan a gusto, su perro bañado y alimentado, el coche impecable, su ropa y zapatos listos para ser utilizados, el desayuno preparado en cuanto se despierta y además intentar escribirle historias que la hagan seguir disfrutando de la lectura o bien oyéndome relatarlas.
 Y soy afortunado de ser de su propiedad, pero no puedo ocultarlo por más tiempo. La siento sufrir y eso me duele, inmensamente y por ello estoy maltrecho pues aunque no desconozco que ni con el dolor puedo llegar a su altura, al meditarlo, soy capaz de darme cuenta de lo mucho que USTED debe estar sufriendo. Imagino que ha percibido como me estoy esmerando para darle lo mejor de mi mismo, pero intuyo que no soy tan poderoso como para paliar el tormento que está viviendo, pero no dude que si fuera posible erradicar por completo con mi vida la desgracia en la que se está sumiendo, la daría satisfecho de servir una vez más a mi DUEÑA, USTED.
Le ruego, con la mayor humildad y respeto con las que un ser humano sea capaz de rogar, que medite si no debe olvidar a esa persona. Me atrevo, sabiendo que puedo merecer de USTED, un duro castigo, a manifestarle que pronto se cruzará en su camino el hombre que la ame y la respete y la haga feliz y se avenga a ser suyo, siendo a la vez su compañero, su pareja, ese hombre tan especial con el que pueda compartirlo todo, también por qué no, a sus esclavos. Perdóneme DUEÑA si me he atrevido a ejercer de aquello para lo que no nací, pero veo en mi atrevimiento y espero que USTED también lo sienta, un sincero afán de volverla a sentir feliz como antaño, el empeño de un simple esclavo que desea lo mejor para su DIOSA.
A sus pies siempre, su esclavo 24/7.

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