lunes, 18 de noviembre de 2013

Una nueva semana (Lo que más importa es su felicidad)

Ya era jueves y estaba trasteando en la cocina procurando no hacer ruido que pudiera despertar a mi DUEÑA. Faltaba más de media hora para apostarme de rodillas junto a su cama esperando que abriera los ojos o en su defecto despertarla. De forma nada habitual apareció en la cocina. Al sentir su presencia, -su aroma me es inconfundible-, me postré a sus pies. ELLA se acomodó en una de las banquetas de la cocina. Estaba preciosa enfundada en su batín de seda negra. Me pidió un vaso de agua. Se lo ofrecí y tras beber ligeramente me lo devolvió junto a su comentario. Fue lacónico.
-Me gustó tu intervención.
Me mantuve en silencio, aspirando su perfume corporal. ELLA prosiguió.
-Fuiste valiente, temerario diría. Te hubiera podido zurrar.
Seguí en silencio, con la cabeza gacha, alimentándome de su presencia y observando sus lindos pies todavía descalzos. No me atrevía a moverme para ir en busca de sus zapatillas. Todavía añadió antes de dirigirse al baño.
-Tu lealtad es… –no concluyó la frase. En cambio mientras se alejaba alzó la voz para indicarme: –tráeme un zumo. Hoy quiero que me duches.
Interpreté que era su forma de agradecerme el supuesto valiente gesto que horas antes había tenido para con ELLA y su honor y el modo que parecía elegir sería permitirme acariciarla mientras enjabonaría su precioso cuerpo bajo un tibio chorro de agua. Percibí, cuando me estaba aplicando a la agradable, maravillosa tarea, que me observaba desde la
altura, atenta a cualquier gesto que considerara inadecuado para un siervo. Yo en aquel instante me estaba esmerando en sus piernas. Desde el primer día, asumí su inicial indicación, -hará ya más de año y medio-, al respecto de que su cuerpo es un altar que no tengo permiso para tocar, a no ser que ELLA, la DIOSA, me lo otorgue, por dicho motivo me empleaba en el encargo con nervios que por momentos me atenazaban. En mi mente puedo y lo hago a menudo, erotizar mis pensamientos, pero en la realidad debo mantenerme al margen de los deseos, impuros o quizá repletos de pureza sexual. Pero ese día, ELLA quería premiarme y me permitió acariciar hasta sus más recónditos y prohibidos espacios. Me dominé con dificultad, lo reconozco, y ELLA, -estoy seguro-, lo percibió y quizá por dicho motivo alargó el proceso, para castigarme a la vez que me regalaba un tiempo precioso a la inusual y fascinante vivencia, a la que no tengo derecho. Hubiera querido ser capaz de realizar dos tareas a la vez, para que mientras la enjabonaba y acariciaba, haberle narrado, -oralmente o por escrito-, las extraordinarias sensaciones que recorrían todo mi ser, para que así pudiera saber cuan entregado vive su esclavo, aunque pienso que ya lo sabe de sobras, pues de hecho y desde hace seis meses, todo mi mundo es ELLA, únicamente ELLA y por ELLA sigo respirando, feliz y sumiso, hasta el momento en que decida que debo dejar de hacerlo. No lo dudaré si ese es el deseo que propone. Prohibiré al oxígeno que siga inundando mis pulmones.
Si acaso fuera escultor, podría decir sin miedo a errar, que aquel jueves se me permitió modelar la figura más maravillosa de las que hubiera
podido esculpir en toda una vida de genial inspiración. Pero no lo soy, únicamente soy un esclavo feliz por servir a la DIOSA que le da la vida.

Tras permitirme también secar su cuerpo, función que realicé con la mayor delicadeza, pues no quería dañar el tesoro que se me permitía cuidar y antes de partir hacia Barcelona, me señaló su último deseo.
-Sabes, llevas ya muchos meses metido siempre aquí dentro. Prácticamente no te he sacado de paseo. De hecho sale más Zeus que tú. He decidido que de ahora en adelante, dos días a la semana, me harás de chofer, a la ida y vuelta.
Como observó cierta perplejidad en mi rostro, creyó necesario aclararme que: –y durante el día, te estás en el Templo, escribiendo y a ratos, haciendo la compra semanal. Buscas por la zona el supermercado que te convenza y así no estarás tanto tiempo aburrido.
No la oí señalar que quizá me utilizaría en alguna de las sesiones, algo que al principio de ser su esclavo mencionó. Naturalmente nunca la incordio con algún atrevimiento inaceptable, recordándole tal o cual comentario. Ha de provenir de ELLA para que me atreva a sugerirle que hizo alguna referencia en el pasado.
De todos modos jamás se me ha pasado por la cabeza este asunto del tedio. Desde que aceptó que le perteneciera, vivo tan pendiente de sus más ínfimos deseos que no he vuelto a sentirlo. Ha quedado desterrado de mi vida, como tantas banalidades y absurdidades que en otro tiempo pudieron incordiarme. Además, me ha significado un enorme esfuerzo hacerme con todas y cada una de sus manías y me atrevo a llamarlas de
ese modo pues es así como ELLA califica sus costumbres. Meticulosa en extremo me obligué desde el inicio a no fallarle, pues que tenga que reprenderme es algo que intento con todas mis fuerzas, no suceda jamás.
Naturalmente asentí, procurando mostrar la complacencia que aquella decisión suya iba a significar en mi vida: gozar de más tiempo cerca de ELLA.
El resto del día seguí con mi rutina, esa que tanta satisfacción me ofrece, pues está dedicada totalmente a lograr su bienestar.
Por la tarde noche cuando regresó del Templo, no lo hizo sola. Llegó acompañada de Toni, un amigo suyo que es portero de discoteca. Un armario que me parece es un trozo de pan, puede que incluso bendito. Se había hecho acompañar por él porque en su furgoneta traía una jaula. El hombretón de Toni no tuvo problema en dejarla dónde ELLA le ordenó, pues parecían más órdenes que indicaciones lo que ELLA le señalaba.
Penetró en la casa con familiaridad ya que nos conocemos de otras veces y por tanto no era la primera vez que veía a un tipo ataviado con un collar de perro, muñequeras y tobilleras y vestido sólo con boxers. Cuando salió de la habitación de la DIOSA, jadeando, pues el calor que todavía hacía esos últimos días de octubre le había propiciado sudar, me confesó que: –joder tío, no creo que puedas escaparte, ni queriéndolo.
Intenté aceptar su comentario como un cumplido, aunque no supe atribuirlo si dirigido a ELLA o a mi mismo. Estábamos solos, pues mi DUEÑA se había quedado en la habitación poniéndose cómoda.
Prosiguió el transportista: –por cierto, estos relatos que escribes, son de puta madre. No sabes las pajas que me hago y a las tías, las ponen
cachondas que no veas. Me ha dicho Mónika que vas a seguir con la historia aquella de las cuerdas, ¿no?
Me sonó tan extraño escuchar su verdadero nombre que por un instante no supe qué contestar.
-Ya veo. No puedes hablar sin su permiso. Pues, nada, que cojones, yo te lo doy, en su nombre y joder, tráeme ya una puta cerveza, joder.
Obedecí el requerimiento de aquel amigo que sin duda no pretendía herirme ni humillarme, al contrario, presentí que aquel tratamiento de igual que me estaba ofreciendo podría significar que mi DUEÑA se sintiera molesta. No me equivoqué. Cuando apareció se lo comentó.
-Oye Toni. Que no es tu compi. Ya te lo he dicho otras veces. De modo, que nada de confianzas. Tú las que quieras, pero él, nada de nada. ¿Me explico?
La había oído decírselo, estricta pero calmada, mientras regresaba de la cocina con un par de cervezas, una para la DIOSA y otra para Toni. Cuando se la entregué a ELLA, recibí un sonoro bofetón. Naturalmente le di las gracias. Procuré ser efusivo, aunque sin extralimitarme. Entonces Toni no pudo abstenerse de comentar con cierta mal construida ironía: –joder. A mí, si le pego esta hostia a un pirado en la disco, me meten en la trena y a ti, te dan las gracias. Joder tía, que mal repartido está el mundo.
La DIOSA sonrió. Luego bebió la cerveza. Yo me había situado frente a ambos de rodillas y con la cabeza gacha. No me sentía humillado y tampoco fui presa de esa sensación cuando ELLA comentó: –pues no te cortes.
Interpreté el comentario de mi DUEÑA. Me acerqué a Toni y esperé acontecimientos. ELLA lo exhortó.
-Dale las gracias a Toni.
Obedecí y entonces ELLA se explicó dirigiéndose a su amigo tras preguntarle éste el motivo de mi agradecimiento.
-Pues porque lo vas a abofetear y sin miedo a que te enchironen y por haber sido tan amable trayéndote la jaula.
Advertí que Toni a pesar de su sorpresa no parecía querer abofetearme. No obstante, yo aterrado, cerré los ojos para prepararme a que aquel armario cambiara de opinión y decidiera descargar su mano gigantesca en mi rostro. Percibí que la DIOSA sonreía. Supuse que la escena tenía algo de cómica. Seguí sin moverme ni un ápice, casi sin respirar, esperando el guantazo que quizá me haría saltar por los aires, no obstante y a pesar del pavor que se había apoderado de mí, me sentí nuevamente orgulloso de pertenecerle. Es una mujer de armas tomar, con más determinación de la que he visto a lo largo de mi vida en la mayoría de hombres. No me extraña por tanto que su cohorte de sumisos siga creciendo. Me siento especial, afortunado, pues de momento, soy el único que posiblemente pueda velarle el sueño tan de cerca. Enjaulado mi cuerpo y enjaulados mis atributos sexuales, pero gozando de verla descansar. Aunque para sentir de ese modo, hay que poseer alma sumisa, del mismo modo que para gozar como ELLA lo hace, humillándome más o menos sádicamente, hay que poseer alma dominante. Y ciertamente, ambos cumplimos con los necesarios requerimientos para disfrutar de estos distintos roles.

Tuve fortuna de que Toni se enredara en departir sobre sus respectivos amigos. Previamente a profundizar en el tema, la DIOSA le ordenó que como última tarea, me enjaulara. No se demoró en cumplir el mandato. Se despidió cuando ya estaba sufriendo el diminuto espacio de la celda y sin haberme abofeteado pero con un lastimero: –lo siento tío. Debe ser jodido, pero a fin de cuentas, es lo que te gusta. –Sinceramente, creo que más que rechazo hacía mí, siente pena. De todos modos, allá él con sus sentimientos, los míos siguen siendo los mismos de hace seis meses, pero sin duda, en evidente e irrefrenable aumento.

A sus pies, su esclavo 24/7 y escritor.


miércoles, 13 de noviembre de 2013

Una nueva semana (Lo que más importa es su felicidad)

Poco antes de retirarse a descansar, la DIOSA decidió que aquel martes, su esclavo ya había sufrido bastante. Me liberó de las pinzas con cuidado. No pude sin embargo evitar proferir un lamento que intenté ahogar para no molestarla con mis quejas de blandengue. Merecía el castigo y debía asumirlo con hombría. Luego, tomándome de la barbilla, me acercó el rostro hasta el suyo y mirándome fijamente a los ojos durante unos instantes que me parecieron eternos, me besó en los labios. Casi me desmayo. No me dio tiempo ya que inmediatamente comenzó a acariciarme los pezones con su colonia favorita. Lo hizo con ternura aunque aquel delicado gesto me produjo más dolor, físico, aunque del espiritual…, lo comparé a lo que deben sentir los creyentes al recibir la bendición de sus guías en la tierra. No obstante, el escozor era horrible. ELLA lo percibió y siguió con sus caricias, como si infringiéndome aquel postrer suplicio quisiera en realidad colmarme de fuerza, talmente como debe hacerlo el Espíritu Santo a aquellos que son poseedores de la fe necesaria para recibir su fuego enérgico y realmente era fuego lo que sentía en mi pecho. Entonces fue cuando lo oí.
-Hace ya casi seis meses que me perteneces y aunque hayas cometido algunos errores, quiero marcarte. Para siempre. Pero no lo haré si tú no me lo suplicas.
Dejaron de dolerme los pezones pues sólo sentí el irrefrenable deseo de seguir experimentando aquel bienestar que su inesperada propuesta me estaba regalando.
No me demoré por tanto en suplicarle. Sonrió y entonces me ordenó que me apostara a los pies de su cama.
-Esta noche dormirás aquí lacayo mío.
Me acomodé en el suelo dispuesto a no hacer el menor ruido, se la veía cansada y mi intensa alegría no debía propiciar impedimento alguno a su necesario descanso. Tardé mucho en quedar dormido pues no hacía más que pensar con qué tipo de marca decidiría sellar para siempre su posesión sobre mi cuerpo y sobre todo en qué lugar decidiría ubicarla. No es que fuera a tener protagonismo en la decisión ni en lo uno ni en lo otro, pero me sentía atrapado por aquellos interrogantes que tanta atribulada felicidad me estaban dando. Exploré y exploré las posibilidades sabedor que con ese cambio ya no habría marcha atrás y aunque siempre me mantiene en segundo o tercer plano, me convencí que aquella decisión significaba que me aprecia, obviamente como lo que soy, por tanto mi pesadumbre por haberle fallado varias veces, -la última muy reciente-, dejó paso al inconmensurable gozo que me tuvo en vela varias horas.
Pensé tanto en ELLA durante todo este tiempo, rememorando lo que habían sido esos intensos seis meses de esclavo, tras casi un año de sumiso, que quedé exhausto. Incidí también en que habitualmente no sesiona conmigo ya que durante los días laborables atiende en el Templo a sus sumisos y mi misión es reconfortarla cuando regresa del trabajo,
muchos días agotada. Algunos fines de semana y siempre que le apetezca, se dedica a mí, normalmente en presencia de alguna de sus amigas más morbosas y soliendo coincidir con tardes de domingo lánguidas y aburridas. Es entonces cuando me permite que me alivie, aunque no siempre, las veces justas, pues ELLA parece conocer cuando me es más necesario. Y cuando me otorga ese placer de derramarme, no le importa que manche sus delicadas manos con mi semen. Luego me lo restriega por la cara. Yo se las lamo y limpio con delectación, procurando devolverle algo del goce que me ha obsequiado, probablemente sin merecerlo. Pero como cualquier mujer joven no desdeña la oportunidad de tener sexo con quien ELLA decide y el día que le apetece. Yo en esos momentos en que ELLA disfruta de su cuerpo y del de algún hombre joven, me siento recompensado por tanta dicha, esa que advierto en sus ojos horas después. No puedo sin embargo evitar, los pensamientos en los que me imagino siendo yo el responsable de sus orgasmos, pero son sólo sueños que jamás se harán realidad, ya que ambos, sobre todo yo, sabemos perfectamente cual es mi lugar. Pero mi misión fundamental, además de procurarle el necesario servicio doméstico y logístico que cualquier Ama demanda, es escribir. Un papel que con lo que me dijo aquella noche iba a pertenecerme en exclusiva igual que mi ser le pertenece en su totalidad. Era evidente que el marcarme me otorgaba poder pensarlo y sobre todo disfrutarlo. Seré suyo para siempre. Su esclavo escritor de cabecera. En la actualidad además de la segunda parte de la novela, estoy trabajando en una historia de terror, género que a ELLA le entusiasma. Espero lograr aterrarla el día que me la haga leer,
puede que este fin de semana se lo proponga si veo la oportunidad. El viernes se va de fiesta de Haloween con lucía, pero el sábado o el mismo domingo y quizá con la asistencia de alguna de sus amigas o amigos, se dé el caso. Espero no defraudarla.
También dediqué tiempo, durante aquella larga noche de insomnio, a pensar en su trabajo. Me gustaría tanto que no tuviera que dedicarle tantas horas. Me consta que no todas las sesiones y sumisos la complacen, pero le es necesario el dinero. Es cierto que contribuyo a su economía con quinientos euros mensuales que suelo utilizar para la compra mensual, una cantidad mínima que aceptó tras insistirle y no obstante negarse a tomar todos mis ahorros y que quizá esa nimia cantidad le permite tomarse algún día de asueto, pero me agradaría tanto que pudiera holgazanear más, viajar a su antojo, salir de compras sin restricciones presupuestarias, de paseo cuando y dónde le apeteciera...

El miércoles fue un día normal, pero por la noche comencé a preocuparme pues cerca de las nueve, hora en que suele regresar, no había dado señales de vida. Fue sobre las doce y media que oí el ruido de una moto de gran cilindrada. Me asomé y era ELLA. Venía acompañada de un hombre joven. Me pareció al abrirles la puerta, que estaban muy alegres. Los recibí naturalmente de rodillas. Pude testimoniar inmediatamente como mi DIOSA no sentía rubor alguno en mostrar su desbordante lujuria, comiéndose a besos profundos, casi canibalescos, aquel cuerpo joven y atlético. Él no esperó a tomarla entre sus brazos para sostenerla estrujándola contra su pelvis. ELLA entonces abrió sus
piernas y se pegó lascivamente al enardecido macho. De ese modo tan apasionado se dejó llevar hasta su habitación. Él tuvo tiempo de exclamar, imagino que para parangonarse todavía más: – ¿y si no se me pone dura, le ordenarás a éste que me la chupe? –ELLA en lugar de defender de algún escueto modo a su pertenencia, sólo añadió: –calla marrano, que no lo voy a permitir. –Sin duda se había referido a lo de no ponérsele dura. Por las risas de ambos, así lo interpreté. Se encerraron en la habitación sin dedicarme más atención si es que mi presencia se la había suscitado mínimamente.
Me retiré pues a mi cuarto sin probar bocado y me esforcé en no escuchar los gritos de placer que veían de su habitación, aunque he de confesarlo, me sentía feliz por ELLA. No había duda que aquel hombre joven la estaba colmando.
Sobre las tres de la madrugada tuve necesidad de ir al baño. Me dirigí intentando no hacer ruido. Entonces aprecié luz en el salón. Me acerqué y allí estaba él, acomodado despatarrado sobre el sofá y completamente desnudo. Fumaba un porro. Al verme no se inmutó, al contrario, me hizo una seña amigable para que me acercara. Secundé su indicación.
-¿Así que tú eres el sabueso que vigila el sueño?
Le hice un gesto para que bajara su tono de voz. Él me respondió con displicencia.
-No te preocupes. Le he echado tres polvos que la han dejado tiesa. Dormirá horas como un angelito. O una angelita.
Me molestó su comentario y la sonrisa que esbozó para acompañarlo, pero obvié indicárselo. Él prosiguió.
-Pero no creas, tu diosa es una buena putita. Joder como la mama. También yo me he quedado tieso. Aunque esa hierba que gasta, te recompone, es de puta madre. ¿Quieres un poco?
Ya no pude evitarlo. Procurando no alzar la voz pero con gesto furioso le espeté: –haga el favor de marchar, ahora mismo.
Él, mostrando su perfil más cínico me respondió: – ¿el perro me está echando? Joder tío, que somos compañeros. Que las tías son todas unas putas y lo único que valoran es una buena polla. Por cierto, ¿me enseñas tu jaula? Me ha comentado que no puedes ni pajearte sin su permiso, ¿es verdad eso?
Ya no pude resistir por más tiempo. Fui con mucho tiento por su ropa, procurando no despertar a mi DIOSA y se la arrojé a sus pies, señalándole de nuevo la puerta.
-Sal de aquí de una vez, cabrón.
Creo que era lo único que necesitaba para largarse, que alguien le acercara sus prendas. Se vistió y sin añadir más que: –tío, eres un tarado –salió de la casa. Temí que el ruido de la moto la despertara. No ocurrió. Me quedé sentado unos minutos en el mismo lugar que segundos antes había ocupado aquel hijo de puta que tanto placer le había dado a mi DIOSA, reflexionando sobre los últimos acontecimientos y esperando ofrecerle una creíble justificación en caso que ELLA apareciera. El último pensamiento al que recuerdo haberme dedicado poco antes de quedarme dormido, fue que sería marcado por mi DUEÑA.

A sus pies, su esclavo 24/7 y escritor.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Una nueva semana (Un lunes excepcional y un martes…)

El lunes hubiera transcurrido con normalidad sino hubiera sido porque la DIOSA me llamó sobre las doce y me indicó que fuera hasta el Templo, que quería que comiéramos juntos. Me dio un vuelco el corazón. No me demoré en llegar al tren. Al arribar a Sants, pasaría primero por el banco y sacaría dinero de mi cuenta, pues quería invitarla, a lo que le apeteciera, daba igual lo que costara. No caí en la cuenta sin embargo que aquel gesto, por lo inhabitual, debía significar algo que no supe interpretar. Preferí creer que simplemente le apetecía tenerme cerca, quizá para hablarme de lo preocupada que la tenían sus últimas vicisitudes. Recordé mientras asimilaba el traqueteo suave del ferrocarril que al iniciarse el pasado verano me había llevado hasta Reus, -viaje que hice en el maletero del coche-, a casa de una amiga suya, también dominante y que me había permitido invitarlas a la paella de marisco que yo mismo les preparé. Me salió deliciosa, eso me confesaron ambas, también el esclavo de la dómina. De todos modos no pude probarla pues mi DUEÑA decidió que sólo ellos comerían, para mí, únicamente ensalada. No me molestó, al contrario, me sentí satisfecho de que la DIOSA quedara bien ante su amiga y mucho más feliz me sentí cuando oí que su amiga le refería a mi DUEÑA que: “así ¿éste es el que te escribe los relatos y la novela? Pues te felicito NEFER, me gustan”.
Pero volvamos a lo importante, el almuerzo. Cuando llegué al Templo y me postré a sus pies en la habitación que ocupa lucía, pues estaba
terminando con un sumiso, le pedí permiso para hablar. Me lo concedió y entonces le indiqué que deseaba invitarla. Le pareció bien. Aprovechó ahora para hablar de su calidad humana. Cuando me ofrecí a ELLA como su esclavo 24/7, le indiqué que disponía de un dinero que quería pasara a sus manos, pues así entendía debía ser mi total entrega. Pero ELLA lo rechazó con unas palabras que me impactaron, en un sentido y en otro. Me dijo: –esos ahorrillos, guárdatelos para ti, para el día que decida desprenderme de tus servicios como esclavo. Quizá entonces los necesites. –He querido contarlo para subrayar que en ningún caso a la DIOSA NEFER se la puede tachar de interesada. He sabido que en los últimos días alguien que dice ser una dominante va vertiendo falsedades sobre mi DUEÑA y eso es algo que no puedo consentir. Sabedlo pues bien todos sumisos y esclavos, ELLA no es una saqueadora, al contrario, la he visto ayudar a más de uno y de dos necesitados. Pero sigamos, que no quiero agriar la felicidad que me embargaba en aquel instante y que me embargará mientras pueda pertenecerle.
Nos dejó solos en la habitación a lucía y a mí, ya que debía concluir la sesión y la esperamos con impaciencia, naturalmente yo seguí de rodillas, pues no me había hecho ninguna indicación de que pudiera incorporarme. Debí de nuevo sospechar algo en aquel momento, pero la emoción de estar junto a ELLA, disfrutando de su compañía y ante otras personas que desconocerían nuestra relación de Dómina esclavo, atenazaba mi mente, cuerpo y alma por completo. Lo reconozco, no era capaz de reflexionar con claridad, sólo pensaba en que estaría junto a ELLA, oyendo su voz, observando sus manos, su rostro, oliendo su olor,
escuchando sus palabras, siguiendo sus gestos, quizá viéndola sonreír. Yo intentaría que lo hiciera, a raudales, pues su sonrisa me parece maravillosa.

Durante la comida, que compartimos solos, pues me indicó al salir hacia el restaurante que lucía tenía que hacerle unos encargos pero que de todos modos le diera dinero para comer, se mostró distendida, hablándome de sus cosas con naturalidad como si estuviera tratando a un igual. Me sorprendió, pero he de confesarlo, me gustó, aunque una parte de mí me censuraba por atreverme a obrar como si en realidad lo fuera, un igual a ELLA. Comentó también aspectos de la actualidad, reclamándome la opinión, dándome un protagonismo que nunca he creído merecer, en fin, de nuevo tenía que haber sospechado que algo se estaba cociendo, pero estaba tan obnubilado por su presencia que no podía ver ni pensar más allá de ELLA.
Cuando terminamos, todavía me regaló algo más de tiempo, al decidir saborear el café primero y la sobremesa luego, en mi compañía. Casi a las cinco, partimos hacia el Templo. Le esperaba una nueva sesión. Me despedí arrodillándome ante ELLA para besarle los pies, frente a la escalera donde se ubica su mazmorra. Una mujer que pasaba en aquel momento por allí, observó la escena un tanto perpleja. Me pareció oír un comentario entre dientes, un tanto denigrante hacia mi persona. La DIOSA sonrió.
Regresé henchido de gozo, satisfecho de haberle sido también útil a mi DUEÑA como interlocutor y acompañante en su almuerzo.
Aquella tarde proseguí con más aliento e ilusión la novela que estaba escribiéndole y poco antes de que diera la hora habitual de su regreso me dediqué a prepararle su cena favorita. Estaba excitado pues había disfrutado de un lunes espléndido, su compañía me había insuflado un vigor enorme que dediqué y dedicaría completamente a su bienestar. El colofón llegaría cuando después de cenar, me ordenó que le masajeara la espalda, pues se sentía tensa. La sesión de la tarde la había agotado y no le había supuesto satisfacción. Procuré ayudarla con mis caricias revestidas de masaje para que poco después pudiera descansar. Aún disfruté de una nueva alegría, me pidió que le leyera uno de los últimos capítulos de la nueva novela. Poco a poco fueron cerrándosele los ojos como si supiera a la perfección cuando concluía aquel capítulo. La cubrí con el ligero edredón antes de salir en total silencio de la habitación para dirigirme a recoger la cocina. Aquella noche no sólo ELLA durmió placentera, mis sueños fueron tan gratificantes que estuve a punto de correrme a pesar de la jaula en la que vive encerrada mi masculinidad desde que me aceptó como esclavo.

Pero llegó la mañana del martes. Como cada día, diez minutos antes de la hora máxima en que me tiene ordenado la he de despertar, me situé de rodillas a los pies de su cama. Llegada la hora fijada como límite, todavía no había abierto los ojos. Me esmeré en despertarla tal y como me tiene indicado debo hacerlo: acariciando con suavidad sus pies y si no están cubiertos, besándoselos. Es el primer premio de todos mis días de esclavitud, besar o acariciar los delicados y hermosos pies de mi DUEÑA.
Poco a poco fue desperezándose. Me gusta tanto verla moverse con lentitud de DIOSA, estirando sus miembros perezosamente. Cuando abrió los ojos, me preguntó por el tiempo. El sol parecía querer hacerse dueño de todo y así se lo manifesté. Sé que a ELLA le gusta más el sol que las nubes, aunque de vez en cuando agradece la llegada de un día gris y quizá con lluvia. Le preparé la ropa que me indicó mientras ELLA se encerraba en el baño. Luego, vestida con el batín, se dirigió a la cocina. La seguí a cuatro patas. Tan pronto se sentó me dediqué a prepararle el desayuno. Antes me lavé las manos. Fue entonces cuando me dijo, en un tono que me pareció lacerante: – ¿no tienes nada que contarme?
Su voz era muy distinta a la de unas horas antes. Había recriminación perfectamente controlada y en la dosis justa para que aquella pregunta se abriera paso en mi cabeza y hasta el fondo de mi corazón, pero sin herir ninguna célula. Caí de rodillas, a sus pies. Entonces volvió a preguntarlo, en el mismo tono. No fue necesario que dijera nada más, me vino a la mente la imagen de Amparito gritando su placer. ¿Lo sabía o sencillamente lo había adivinado? El crédito se lo otorgué a lo segundo. Su poder de DIOSA había intuido algo o quizá alguna pequeña prueba que no supe borrar. No me lo dijo, sencillamente en cuanto le supliqué el perdón me respondió adusta: –al parecer quieres volver a las andadas. –Me mantuve en silencio, pues suplicar con más encomio no habría significado más que disgustarla en mayor proporción. Ella arremetió.
-Te dije que no quería mentiras y mucho menos ausencia de la verdad. Y por segunda vez, lo has incumplido. Ve en busca de las pinzas.
Casi arrastrándome como el gusano que había demostrado ser al no confesarle qué me había visto obligado a hacerle a su amiga, fui en busca de las pinzas. Se las traje en la boca. Cuando las vio escupió con demoledora serenidad: –esas no, perro. Las japonesas.
Comencé a sentir el dolor que aquellos malditos artefactos iban a producirme en los pezones, la parte más sensible de mi anatomía. Es el modo en que suele castigarme cuando considera que lo merezco, o no.
Tras colocármelas, sin miramiento alguno, me sentenció a: –de momento será todo el día. Por la noche veré qué hago contigo. Y grábatelo bien adentro perro, esta es la última vez que vas a poder disfrutar de mi magnificencia, la próxima podrás utilizar tus ahorros, pero para alejarte de mí para siempre.
Tras un lunes de felicidad sin límite, estoy sufriendo un martes de suplicio extremo, físico, en mis doloridos, casi destrozados pezones y el peor, temer con absorbente angustia por su definitivo rechazo. Me lo merezco, no hay duda, pero no hago más que pensar en esa calidad humana que posee y que quizá la ablande, aunque me temo que la lección que quiera darme impida que la utilice para reducir la sentencia a la que me ha condenado.

A sus pies, su esclavo 24/7 y escritor.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Un nuevo compañero (continuación – la tarde-noche)

Tras el baño relajante, la DIOSA decidió echarse una siesta, a mad_sum le ordenó velarle el sueño y yo me dediqué a escribir tras dejar todo en orden en el baño y la cocina. Estoy preparando la continuación de la primera novela que le dediqué: “Ataduras visibles e invisibles, evidentes o imaginarias (Cuerdas que nos atan)”. Ha decidido que quiere disponer de una trilogía y por tanto me he vuelto a sumergir en los personajes reales y sobre todo los ficticios de la primera historia. Cuando no estoy ocupado con las labores de la casa o el jardín me dedico en cuerpo y alma a satisfacerla.
Sobre las seis de la tarde apareció enfundada en un batín de tul negro bajo el que se adivinaban sus preciosas formas femeninas. Tiraba de una correa a la que iba sujeto mad_sum que la seguía a cuatro patas mientras a su lado, Zeus lo imitaba. Me arrodillé ante ELLA. Se quedó observando la pantalla del ordenador pues no me había dado tiempo a cerrarla. Creo que le gustó lo que leyó aunque no dijo nada. ELLA misma salvó lo escrito y cerró el documento.
-Ya seguirás luego. Ahora prepárame algo de merienda. Y ven al salón, quiero que me leas.
Cuando le presenté el plato con lo que le había preparado, su mirada me indicó que había acertado. Me entregó el libro y me dijo que lo abriera al azar.
-Léeme desde el inicio de la página. Quiero que mi cachorrito escuche el relato.
Mad_sum estaba de rodillas, naturalmente vestido sólo con los boxers al igual que yo mismo y le acariciaba con más devoción que habilidad los pies. Levantó la vista y pareció agradecerme que no mostrara signo alguno de enfado por estar ocupando el lugar que cree me pertenece, a los pies de la DIOSA.
Estuve casi una hora leyendo, procurando que no se me secara la garganta, aunque en ningún momento tuve el apoyo de un mísero trago de agua.
Cuando iba por la página en la que Nefer se entera de la relación de Martín con Solange y se muestra consternada, la DIOSA le ordenó que se detuviera. A mí me dio con su vara en el rostro. Entendí su mensaje. Fue entonces cuando comentó más abiertamente el asunto de la película, con él.
-Es una propuesta que me atrae. Y mi amigo Raúl es estupendo, algunos dicen que es de puta madre. Por cierto, nada de decir palabrotas, éste… –y me señaló con la vara –…ya sabe que no las digo ni me gusta oírlas, pero en este caso tengo disculpa, él suele calificarse así.
Entendí que se refería a su amigo, el productor o director o lo que fuera. No sé si mad_sum lo captó todo, fundamentalmente lo de las palabrotas.
Siguió explicando algo del argumento. Antes le indicó al joven cachorro que tomara asiento en una banqueta. A mí me hizo una seña para que tomara el lugar del joven y me dedicara a sus pies. En realidad me puso el derecho en la boca obligándome con el gesto a tener que respirar por la
nariz sino quería ahogarme. Así me tuvo mientras conversó, pues eso fue lo que hizo, con mad_sum, dándole las explicaciones que él le demandaba, con miedo y respeto al principio, pero a medida que avanzaba la conversación con mayor atrevimiento. Dejé de tener duda, si era que todavía poseía alguna, al respecto de lo que sentía la DIOSA por su nuevo cachorro. Lo quiere en su cuadra, pero ocupando un lugar especial, prominente. Por mi parte no hay problema, no sólo lo admito, lo respeto y cuidaré para que ese muchacho no la defraude, a fin de cuentas es lo que me ha encomendado.
Una media hora más tarde, mi DUEÑA me indicó que fuera por bebida a la cocina. Él también pidió, sin reparo. Obedecí y al volver con los vasos, escuché como ELLA le hablaba de la fiesta nocturna.
-Lástima que no estés aquí la próxima semana. Estoy invitada a una fiesta de Haloween y voy a ir de Novia Cadáver. Hoy simplemente quiero presentarte a unos amigos.
A mí difícilmente me ha llevado a esas fiestas privadas, sólo en un par de ocasiones y porque lucía estaba enfermo. No le gusta presentarse sin alguno de sus esclavos. Al parecer, éste sustituiría aquella noche de sábado a su habitual acompañante. Me pregunté, de nuevo con su pie forzando llegar a mi nuez, si lucía se lo tomaría con tanto fair-play como me lo tomo siempre yo. No es tan comprensivo y en ocasiones me ha hablado del ramalazo de rabia que le invade cuando constata que por más que se esfuerce nunca será el único o simplemente el más importante. A la mayoría de hombres les cuesta admitirlo, por muy sumisos e incluso esclavos que se tengan. Creo que mad_sum es del mismo talante, habrá
que verlo pues cuando perciba que no va ser el único ni el primero aunque en este fin de semana la DIOSA lo está haciendo pasar en todo momento por delante de este esclavo veterano de nombre writer.
No se quedaron a cenar en la casa, en cuanto ELLA estuvo dispuesta, elegante a pesar de vestir casual, marcharon. No tardé en ponerme con la segunda entrega de la novela cuyo título se ha hecho tan firme en mi vida ya que las ataduras invisibles y también las visibles, las evidentes y las imaginarias, todas ellas como cuerdas que atan, me unen y unirán a la DIOSA mientras ELLA lo decida.

No regresaron para dormir. Supe después por boca de mi DUEÑA que su joven cachorro la había invitado a pasar la noche en un hotel de Barcelona, uno de cuatro estrellas. No la volví a ver hasta el domingo por la tarde noche, en cambio la que se presentó en casa de la DIOSA sobre las diez de la mañana, fue Amparito. Tenía curiosidad por saber algo más del asunto de la película, eso me dijo en cuanto la dejé penetrar. Tan pronto cerré la puerta de la casa, me sugirió que me pusiera cómodo, sin vergüenza.
-A veces cuando paso por aquí, te miro, estás en pelotas. No veo porque ahora tienes que ponerte esos calzoncillos horrorosos, aunque sean los que le gustan a Nefer.
No me importó obedecerla, en realidad es algo que a la DIOSA le complace, que en su ausencia cumplimente a sus amigas y amigos y Amparito, lo es, una buena amiga aunque no ejerza ni de dominante ni mucho menos de sumisa. En realidad, la mujer Mónika, gusta
enormemente de no sólo relacionarse con gente vinculada al bdsm pues considera que en todas partes se encuentran personas interesantes.
Cuando le comenté que habían pasado la noche fuera se lanzó a pincharme.
-Vaya, vaya, a ver si te vas a quedar sin trabajo.
Me molestó aquella comparación.
-Perdone, pero no es mi trabajo.
-Claro, entiendo, no te paga. Pero perdona si te he molestado.
No se cortó entonces en manosear la jaula de mi pájaro, como ella llama al aparato de castidad que con tanto orgullo llevo puesto.
-Desde luego, los tíos sois raros. Mira que dejar que os enjaulen así la polla. Aunque te soy sincera, me pone cachonda. No tendrás a mano la llavecita, ¿verdad?
No quise contrariarla, no obstante debía dejarle bien claro quién manda en mi persona y por ende en mi aparato.
-No, señora. Pero si la tuviera, tampoco podría ofrecérsela.
-Joder tío, mira que eres sumiso. ¿No tendrás por casualidad algún amiguete al que no le importe servir a una gorda?
Tampoco mi afán tenía a ver con despreciarla ni humillarla, bien al contrario.
-Conozco individuos a los que precisamente les gustan las gorditas como usted. Pero no son sumisos ni creo que lo sean nunca. Eso es algo que se siente o no.
-Y tú, claro, lo sientes.
-Sí señora, aunque no para ofrecérselo a cualquier dama.
-Sólo para ella, claro está.
-Pues sí. Sólo para ELLA.
Se quedó pensativa un momento aunque siguió jugueteando con mi cb6000 y naturalmente obligándome a sentirme en tensión.
Por fin lanzó su órdago.
-¿Pues sabes qué te digo…? –y dejó la pregunta en el aire. Esperaba que la secundara. Lo hice.
-¿Qué…?
-Que me apetece que me comas el coño. Hoy es domingo y me apetece enfrentarme a las duras horas del almuerzo en la taberna, satisfecha. ¿Qué te parece? ¿Llamo a Nefer y le digo que me lo has comido o sencillamente me lo comes y eso queda entre nosotros?
Joder con la tía. Me estaba chantajeando y no quería correr el riesgo que mi DUEÑA la creyera a ella en lugar de a mí.
-Por cierto, no tengo mucho tiempo, de modo que elige. O me satisfaces o prepárate a convencer a tu dueña que dices la verdad. No creo que lo consigas, pues más de una vez me ha comentado que en cuanto ella se va, te quedas en pelotas, desobedeciéndola claramente, además de tomarte otras libertades que cuando ella está presente ni te atreves a pensar. ¿Qué? ¿Jugamos a ver a quién cree?
Cuando cerró la puerta tras suyo, supe que me había equivocado, pues a partir de aquel momento me tendría cogido por las pelotas, las mismas que viven enjauladas y que gritó cuando se corría por segunda vez: – ¡¡y el próximo día, quiero que tengas en tu poder la llave, cabrón!!
La DIOSA regresó de su periplo con su nuevo cachorro, cansada y satisfecha, por tanto no prestó atención a los nervios que me atenazaban. No obstante esa noche de domingo no pude pegar ojo y la causa no era su nueva adquisición. Intenté durante varias horas convencerme que no debía delatarme ni de forma expresa ni tampoco por algún descuido. Por la cuenta que le traía a Amparito, no creía que ella dijera nada, a fin de cuentas podría disponer de una lengua para saborear el sentirse también dueña, aunque fuera a la manera como ella entiende el poseer un macho.
Respecto a mad_sum la DIOSA compartió conmigo el lunes por la mañana que quiere darle una oportunidad para que vaya adentrándose en el bdsm, poco a poco, pues tiene miedo y paranoias. Ha regresado a Madrid y no le ha puesto fecha para que regrese a Barcelona. ELLA no obstante ya le ha dejado claro que no va ser un esclavo como yo, para él tiene reservado un papel diferente, probablemente menos sumiso. Al mediodía no obstante, le oí decirle por el móvil que durante unos días no se comunicarían, para que él pudiera decidir con calma qué quiere hacer con su vida. Está decidida a no cogerle el teléfono, aunque los mensajes del joven se lo imploren. Me ha sabido mal por el muchacho y como no y sobre todo por la DIOSA a la que siempre le deseo lo mejor, aunque vaya en perjuicio mío.

A sus pies, su esclavo 24/7 y escritor.


martes, 5 de noviembre de 2013

Un nuevo compañero (continuación – el almuerzo)

Cuando regresaron Amparito con cara de satisfacción y mad_sum com la vista baja, pude comprobar de nuevo como mi DUEÑA suele acertar cuando vaticina algo, aunque he de confesar que no suele hacerlo a menudo. Amparito llegó con tres dedos levantados de su mano derecha y un postre para la DIOSA. Un helado de vainilla con chocolate caliente fundido por encima. Antes de que mad_sum tomara asiento, la DIOSA se levantó para ir al servicio, entonces yo le indiqué al joven que permaneciera en pie, esperando el regreso de la DIOSA. Nos convertimos de nuevo en foco de atención de todas las mesas, ya que antes de dirigirse al interior del local, la DIOSA toqueteó el collar de mad_sum para comprobar si estaba en su sitio. Lo recolocó y ese gesto hizo que todos los presentes se fijarán mucho más en que tanto él, como yo y Zeus estábamos decorados con tan llamativo elemento. Observé como algunos se hacían comentarios en voz baja y a continuación sonreían. Me fije sobre todo en un par de chicas jóvenes que acompañaban a dos tíos de cierta edad. No tuvieron reparo en señalar a mad_sum. Él se intranquilizó. Le tuve que serenar.
-No les prestes atención. Piensa únicamente en que estás cumpliendo con el protocolo debido. No debes esperarla sentado. En su ausencia debes permanecer en pie, da igual lo que piensen o crean los demás. La mayoría nos tomarán por excéntricos o caballeros galantes llegados de otra época, nada que nos pueda hacer daño, pero defraudarla a ELLA te
sumirá en un remordimiento terrible. Recuerda, sé útil y apreciable, en todo momento y aunque tengas a todo el mundo en contra.
Creí convencerlo, pues de inmediato miró a las descaradas chicas, con mayor descaro, tanto que uno de los hombres fue a levantarse. Amparito que había observado la escena sin intervenir, lo detuvo ofreciéndole: – ¿otro whisky? –A la afirmación del malcarado tipo, ella gritó al camarero homosexual: – ¡Fermín, cuatro whiskys! –Me pareció oír que le decía a aquel tipo y en voz baja y susurrante: –invita la casa, pero sólo al tuyo. De modo que siéntate y enorgullécete de que te tengan envidia. Esos pibones que te acompañan, es normal que un chico joven se fije en lo afortunado que eres.
Lo convenció o simplemente lo conocía. Cuando regresó Nefer, todo había ya pasado. Entonces y tras sentarse ELLA, lo hicimos ambos. Pronto la DIOSA volvería a imantar la atención de los presentes, casi todos ya en el postre, café o bebidas de remate.

Tras sentarse y comenzar a juguetear con el helado utilizando la cucharilla para que se deshiciera más rápido, le ordenó a mad_sum que tomara asiento a su derecha. Habíamos estado ocupando durante todo el almuerzo las dos sillas frente a ELLA. Entonces inició un juego que a mí me pareció horrendo y en cambio a mad_sum le debió trasladar al nirvana. Tomaba un poco de helado revestido del caliente chocolate y lo arrojaba sobre nosotros sirviéndose de la cucharilla a modo de catapulta, primero a uno y luego al otro, y apuntando en ambos casos a nuestros rostros. Varias gotas del helado hacían diana en nariz, ojos, orejas,
mejillas, algunas caían sobre el cuello o sobre la camiseta. Inmediatamente se acercaba a mad_sum para lamerle las gotas del rostro al tiempo que Zeus la imitaba pero limpiando con su lengua mi cara. Y así estuvo entretenida un par de minutos, los necesarios para que toda la concurrencia le riera o se lo hiciera creer, el atrevimiento. Cuando se cansó, ambos con la cara llena de saliva, mad_sum de divina saliva de la DIOSA y yo de pegajosa saliva de Zeus, apareció de nuevo Amparito. Tras haberle traído el postre a Nefer se había dirigido a terminar de servir las mesas que todavía quedaban y a cobrar las cuentas de la mayoría de clientes. Se sintió atraída lascivamente por el espectáculo, de modo que oí preguntarle a Nefer: – ¿me dejas ahora a mí? El chico se ha comportado y se merece que también yo lo limpie.
La DIOSA la autorizó al tiempo que pedía otro postre. Amparito le hizo una seña al camarero y éste llegó con un nuevo helado bien recubierto de chocolate caliente. Por un momento temí que a él lo autorizaran ambas mujeres a ocupar el lugar de Zeus.
Se estuvo entreteniendo entonces Amparito con mad_sum al que al parecer eso de que lenguas de mujeres lo lamieran empezaba a gustarle. Durante el par de minutos en que Amparito se complació con el jueguecito aún tuvo tiempo de indicarle a Nefer: –veo que a éste también le tienes enjaulado el pájaro. –A lo que Nefer respondió: – ¿te hubiera gustado tenerlo a tu disposición?
-Mujer, un poco de libertad no le viene mal a nadie, ¿no crees?
-Pues vente esta noche a casa, los dejaré volar sólo para ti.
-Que puerca eres. Ya sabes que no puedo, que hoy hasta las tres, como menos, estaré aquí encadenada, como una puta esclava. Los sábados sólo son para los que pueden poseer esclavos.
-Pues entonces, tú te lo pierdes. De todos modos y en tu honor, permitiré a sus pajaritos que vuelen libres, bueno hasta cierto punto.
Amparito puso cara de cierto desconsuelo. Creo que estuvo a punto de mandar a tomar por el culo el trabajo. Sin duda deleitarse con el pájaro de mad_sum era lo que realmente la atraía para aquella noche.
Siguieron ambas mujeres hablando con frivolidad de nosotros, sus perros y Amparito no escatimó en halagos a la predisposición que mad_sum había tenido con sus necesidades. La DIOSA le hizo hincapié que aquello le costaría una invitación. No tuvo que referirlo mucho pues Amparito decidió hacerse cargo de la cuenta. De todos modos Nefer le insistió que le había salido barato, pues: –ya has visto que ellos tres, comen bien poco.
Estoy seguro que Amparito lo pensó pero prefirió no lanzarle lo cabrona que era, a fin de cuentas le había regalado tres orgasmos por una módica suma. En cambio prefirió reírle la ocurrencia.
Como punto final y antes de que la DIOSA diera por concluida la reunión, Amparito se refirió al plan que días antes le había contado su amiga.
-Y entonces, ¿será éste el que hará la peli porno?
-No es una peli porno, es de bdsm.
Amparito no se abstuvo de incordiar todavía más y mejor.
-Está bien, lo que tú digas. Una peli porno de bdsm.
La DIOSA sonrió, ya en pie y con ambos perrillos secundándola.
-Pues te felicito. Creo que lo hará bien, al menos, a mi me ha satisfecho y ya sabes que no soy fácil, pero la próxima vez, lo quiero enterito. A cambio, tienes tres paellas de gratis.
La DIOSA rió la ocurrencia de Amparito y no esperó más a dirigirse hacia su casa. Nos tocaría andar un buen tramo, pero a ELLA le gusta pasear, correr, hacer ejercicio y como no, que sus perrillos también disfrutemos de sus aficiones.
La seguíamos a un metro de distancia y entonces él me preguntó sobre lo de la película. La DIOSA lo oyó y se detuvo.
-¿No te ha dicho tu tutor que no podéis hablar mientras hacéis ejercicio?
-Es que…
-Es que nada. Si quieres saber algo, te acercas y me lo preguntas.
La DIOSA se estaba mostrando seria, autoritaria. Observé a mad_sum preocupado. Quise echarle una mano.
-Verá Señora, el muchacho está preocupado con lo de la película.
-Pues que deje de estarlo. Sólo la hará si acepta, aunque… –y entonces miró directamente a mad_sum –…me decepcionarás si rechazas intervenir. Y ahora vamos a casa, que quiero descansar un poco. Luego te contaré más sobre el tema y calladitos, los dos, venga. –Y entonces ELLA echó a correr. A Zeus le gustó la iniciativa al tiempo que a mí me parecía una nueva tortura. Los tres están en buena forma, sin duda la juventud que hace tiempo se me esfumó.
Llegamos sudorosos y resoplando, sobre todo yo. Nada más entrar en casa, la DIOSA fue desnudándose sin rubor alguno por nuestra presencia y arrojando sus prendas por el suelo. Yo las recogía antes de que Zeus
las cogiera con su boca. Él se quedó boquiabierto atendiendo al hermoso cuerpo de la DIOSA. Entonces oímos su voz.
-Venga, deja de babear y prepárame el baño. Y tú, writer, tráeme una bebida. Luego bañas a Zeus.
Se metió en su habitación y desde allí fue al baño. No tuvo reparo en sentarse en la taza para orinar a pesar de tener cerca a mad_sum manejando los mandos de la bañera y a mí de rodillas sosteniendo su bebida. Zeus mientras tanto se había colocado sobre la cama. Lo acariciaba mientras observaba atenta los torpes movimientos de su cachorro y mi sumisa inmovilidad.
Cuando lo creyó adecuado señaló dirigiéndose al joven: –así que decide, ¿tienes algún problema en serle útil a tu DUEÑA?
Mad_sum se atrevió a girarse y aunque bajó la vista, en su mente seguía con toda seguridad habitando el felino y desnudo cuerpo de la DIOSA tendida sobre la cama.
-¿Se refiere a la película? –balbuceó el joven.
-Sí.
Tras un segundo de dilación, mad_sum respondió lo que ELLA sabía que contestaría.
-Sí Señora, cuente conmigo para, lo que sea.
-Perfecto. Hoy mismo llamaré a mi amigo, el director, para que planifique el rodaje.
Me moví ligeramente para observar con atención el rostro del cachorro. Dibujaba su expresión una mezcla de morbosidad y temor que sinceramente, lo hacía atractivo. Certifiqué entonces que comenzaba a
desprender el halo de utilidad y aprecio que la DIOSA reclama de todos sus siervos, los considere perros, sumisos o esclavos.

A sus pies, su esclavo 24/7 y escritor.

lunes, 4 de noviembre de 2013

VELVET UNDERGROUND - VENUS IN FURS (La Venus de las pieles)

http://www.youtube.com/v/IZtPZVdynow?autohide=1&version=3&attribution_tag=ePl59p84eAhAWLZNn9nDNw&autoplay=1&feature=share&showinfo=1&autohide=1

Un nuevo compañero (continuación – el almuerzo)

Llegó la hora del almuerzo y la DIOSA decidió que fuéramos hasta Casa Paco, una taberna restaurante que regenta su amiga Amparito y en la que preparan unas hamburguesas de ternera y buey muy sabrosas y que a ELLA le gustan mucho.
Cuando llegamos, ELLA decidió acomodarse en la terraza, al sol, nosotros dos, a indicación mía pues mad_sum ya iba a sentarse, permanecimos en pie, esperando que ELLA nos lo autorizara. Amparito no se demoró en aparecer ordenándole al camarero homosexual que la ayuda, que se encargara de las otras mesas. Creo que se había fijado en mad_sum. No tardó en meterse con nosotros, vamos, como hace siempre. A mí, ya me conoce pero…: –vaya hoy traes a otro perrito y mucho más apetecible.
Nuestra DUEÑA sonrió, con esa sonrisa amplia y a la vez cómplice que a mí tanto me gusta. El sol le había sonrosado el rostro y se mostraba bellísima, satisfecha por ser el centro de atención, no sólo de Amparito. Ésta siguió con sus simpáticas punzadas.
-Pero niña, déjales que se sienten, que parecen inspectores de hacienda esperando a la dueña.
Entonces la DIOSA hizo una ligera indicación que sólo yo interpreté, pues mad_sum estaba tan nervioso que creo que lo único que quería era esconderse bajo la mesa, pero para ocultarse. No creo que otra lasciva
intención lo moviera. Lo empujé a sentarse tomándole el brazo. Entonces Amparito siguió hurgando.
-Vaya, si está tan tierno que no se atreve ni a mirar… –casi ni a moverse –manifestó sonriente la DIOSA. –Pues a ver si no le creas tanto pánico, pobrecito. Con lo guapo que es.
Al oír aquella manifestación en tono tan descarado por parte de Amparito, mad_sum enrojeció. Pareció que quería levantar la vista, pero siguió inmóvil, también sus ojos. Amparito prosiguió.
-Desde luego Nefer, eres una abusona, tú con tantos y una, con ese cuerpo tan serrano para dar y vender, a dos velas. Pero dejémoslo, ¿qué va a ser? ¿Lo de siempre?
Amparito que se había regodeado de su gordura: papada, pechos, cadera y piernas bien nutridas, nunca desaprovecha la oportunidad de lisonjear a Nefer a la que admira por su independencia y libertad, también como no, por el hecho de poder escoger entre tantos y distintos hombres. No obstante ella me parece una mujer hermosa de rostro, aunque por lo que cuenta, con poca fortuna con los amores.
-Tráenos dos hamburguesas. La de ellos, la partes en tres trozos, una mitad y dos cuartos. Además mi ensalada favorita.
-¿Una copichuela de vino?
Nefer afirmó añadiendo: –para ellos agua, que los quiero bien enteritos para luego y no me gusta que la alegría sea obra del alcohol.
-Joder tía, los tienes a pan y agua y así y todo te van detrás como… –la DIOSA se avanzó –lo que son Amparito.
-¿Perrillos? –intervino Amparito con cierta sorna.
-Exactamente cariño. Los tres son mis perrillos.
La gente que estaba sentada en las mesas aledañas, prestaba atención a la conversación de las dos mujeres. A mí ya no me coge de improviso, conozco que a mi DUEÑA le gusta este provocativo juego y en cierto modo no sólo lo espero, sino que la sigo, sólo hasta el punto en que observo puede convertirse en peligroso si los que tenemos cerca son gente, digamos, especial, aunque algunos los calificarían como normales. Por suerte, no había demasiados clientes a aquella hora, faltaba todavía media hora para las dos de la tarde.
Cuando Amparito trajo los platos, siguió con el jueguecito.
-Así, ¿sólo les vas a dejar comer eso?
-Naturalmente cariño y antes que los grandotes lo ha de hacer Zeus, ya sabes, mi perro favorito.
No hubiera hecho falta aquel comentario pues no desconozco que la prioridad en comer es siempre para Zeus. Fui a darle su bocado pero una mirada de la DIOSA me ordenó que se lo entregara a mad_sum.
-Toma, dáselo tú. Para que te vaya conociendo y estimando –le dije.
El joven pareció no entender, pero en cuanto Zeus, como si fuera una persona, acercó su boca abierta a la mano de mad_sum, éste comprendió.
-Ves cariño, se quieren y se respetan, sobre todo los dos grandullones. Saben que si quieren seguir perteneciéndome también han de cuidar y muy bien a mi guardián.
Amparito entonces se sentó con nosotros.
-Joder tía. Mira que los tienes bien puestos y aquí, delante de la gente. Me tienes que explicar cómo lo haces, para que te obedezcan así.
La DIOSA sonrió. Dio dos bocados a la hamburguesa y entonces se le ocurrió otra idea. Primero preguntó.
-Por cierto cariño, ¿cuánto tiempo hace que no te comen el coño?
-Shhhh. Joder tía –susurró Amparito, un tanto atribulada. A mí me pareció que la simulaba, la atribulación.
-Venga cariño, no te hagas la estrecha. ¿Dos, tres, cuatro…semanas?
La cara de Amparito se tornó una especie de poema tragicocómico, pero no respondió.
-¿Meses? No jodas.
Volvió a insistir Amparito en el sssshhhhhh.
-Pues mira por donde, hoy va a ser tu día de suerte. Te lo van a comer, uno de estos dos machotes y para ello…
A todo esto ni mad_sum ni yo habíamos hecho ademán de probar el bocado que probablemente sería todo nuestro almuerzo.
Entonces la DIOSA empezó a sortearnos: –pito, pito, colorito, dónde vas tu tan bonito, a la era verdadera, pim, pam, fuer…..ra.
Me tocaba a mí satisfacer el capricho de mi DUEÑA, es decir, comerle el coño a su amiga gordita. Pero la DIOSA prefirió que su dedo señalara a mad_sum, en un claro ejemplo de arbitrariedad. Él, al presenciar que el apéndice de su idolatrada lo señalaba, todavía enrojeció más. Creo que en aquel momento estaba en un tris de levantarse y huir, aunque fuera corriendo hasta Madrid. Sin embargo logró dominarse, o eso me pareció, pues balbuceando y tremendamente nervioso preguntó: -¿aa h ora mis mo Señ ora?
La DIOSA sin abandonar la tierna que a la vez maliciosa sonrisa de su hermoso rostro movió lentamente su cabeza dibujando en el aire el signo de afirmación, al tiempo que indicaba con voz segura: –y donde ella te diga. –Antes de que Amparito y el joven se levantaran para celebrar el encuentro, pues para ella y por la expresión de su cara, iba a ser una celebración, la DIOSA le indicó con la misma lentitud: –escoge tú el servicio, cariño. – A lo que Amparito respondió: –el de mujeres, no te jode, que además de estar limpio, si nos ven, que la vergüenza sea para él. –Y entonces la DIOSA añadió: –perrillo. –Fue la apostilla con la que pareció darles la señal para que nos dejaran a la DIOSA, Zeus y a mí, solos en la mesa. Entonces una mirada suya me autorizó a comerme mi pedazo, pero el de mad_sum fue Zeus quién de un brinco se lo zampó. Quizá el perro entendió que al dejar la mesa el joven perdía su derecho al pedazo de hamburguesa o quizá interpretó que el destinatario del menguado trozo no saciaría suficientemente el hambre sexual atrasada de la gordita Amparito y que cuando regresaran y la DIOSA conociera el fracaso por boca de su amiga, ese sería el castigo para mad_sum. No tengo duda, ese perro de cuatro patas, conoce mucho mejor que cualquiera de nosotros, sumisos o esclavos, la forma de pensar de nuestra DUEÑA. Pero lo cierto es que no fue así. Según me contó aquella noche, cuando estuvimos un instante solos él y yo, Amparito había quedado tan satisfecha de su lengua que lo premió sin que su amiga Nefer se enterara y en el mismo servicio de mujeres, con una hamburguesa para él solo. No habría hecho falta pues mientras la DIOSA comía su ensalada y su hamburguesa, me comentó que conocía
suficientemente a su amiga para que: –primero, se correrá sólo con ver la polla de mad_sum y cuando la trabaje, no creo que lo haga menos de tres veces más y segundo, lo premiará con una hamburguesa para él solo. En realidad por eso lo he elegido. Está mucho más delgado y es más joven que tú y necesita crecer, en kilos, pero sobre todo en sumisión. Le vendrá bien esa experiencia para hacerlo.
De nuevo mí DUEÑA me había sorprendido, por ello horas después, cuando mad_sum me reveló su secreto tuve que esforzarme en parecer no sólo sorprendido sino también preocupado por si la DIOSA se enteraba. Aproveché para reiterarle que si quería ser útil y apreciable a la DIOSA no cometiera indisciplinas y mucho menos a sus espaldas: –es algo que no te perdonará jamás.
Cuando el lunes, le conté a la DIOSA que mad_sum se había comprometido a no pasarse jamás de la raya, me acarició la cabeza, dándome a entender que estaba haciendo bien mi labor de tutoría en la sumisión de su ya apreciable cachorro madrileño.

A sus pies, su esclavo 24/7 y escritor.