miércoles, 13 de noviembre de 2013

Una nueva semana (Lo que más importa es su felicidad)

Poco antes de retirarse a descansar, la DIOSA decidió que aquel martes, su esclavo ya había sufrido bastante. Me liberó de las pinzas con cuidado. No pude sin embargo evitar proferir un lamento que intenté ahogar para no molestarla con mis quejas de blandengue. Merecía el castigo y debía asumirlo con hombría. Luego, tomándome de la barbilla, me acercó el rostro hasta el suyo y mirándome fijamente a los ojos durante unos instantes que me parecieron eternos, me besó en los labios. Casi me desmayo. No me dio tiempo ya que inmediatamente comenzó a acariciarme los pezones con su colonia favorita. Lo hizo con ternura aunque aquel delicado gesto me produjo más dolor, físico, aunque del espiritual…, lo comparé a lo que deben sentir los creyentes al recibir la bendición de sus guías en la tierra. No obstante, el escozor era horrible. ELLA lo percibió y siguió con sus caricias, como si infringiéndome aquel postrer suplicio quisiera en realidad colmarme de fuerza, talmente como debe hacerlo el Espíritu Santo a aquellos que son poseedores de la fe necesaria para recibir su fuego enérgico y realmente era fuego lo que sentía en mi pecho. Entonces fue cuando lo oí.
-Hace ya casi seis meses que me perteneces y aunque hayas cometido algunos errores, quiero marcarte. Para siempre. Pero no lo haré si tú no me lo suplicas.
Dejaron de dolerme los pezones pues sólo sentí el irrefrenable deseo de seguir experimentando aquel bienestar que su inesperada propuesta me estaba regalando.
No me demoré por tanto en suplicarle. Sonrió y entonces me ordenó que me apostara a los pies de su cama.
-Esta noche dormirás aquí lacayo mío.
Me acomodé en el suelo dispuesto a no hacer el menor ruido, se la veía cansada y mi intensa alegría no debía propiciar impedimento alguno a su necesario descanso. Tardé mucho en quedar dormido pues no hacía más que pensar con qué tipo de marca decidiría sellar para siempre su posesión sobre mi cuerpo y sobre todo en qué lugar decidiría ubicarla. No es que fuera a tener protagonismo en la decisión ni en lo uno ni en lo otro, pero me sentía atrapado por aquellos interrogantes que tanta atribulada felicidad me estaban dando. Exploré y exploré las posibilidades sabedor que con ese cambio ya no habría marcha atrás y aunque siempre me mantiene en segundo o tercer plano, me convencí que aquella decisión significaba que me aprecia, obviamente como lo que soy, por tanto mi pesadumbre por haberle fallado varias veces, -la última muy reciente-, dejó paso al inconmensurable gozo que me tuvo en vela varias horas.
Pensé tanto en ELLA durante todo este tiempo, rememorando lo que habían sido esos intensos seis meses de esclavo, tras casi un año de sumiso, que quedé exhausto. Incidí también en que habitualmente no sesiona conmigo ya que durante los días laborables atiende en el Templo a sus sumisos y mi misión es reconfortarla cuando regresa del trabajo,
muchos días agotada. Algunos fines de semana y siempre que le apetezca, se dedica a mí, normalmente en presencia de alguna de sus amigas más morbosas y soliendo coincidir con tardes de domingo lánguidas y aburridas. Es entonces cuando me permite que me alivie, aunque no siempre, las veces justas, pues ELLA parece conocer cuando me es más necesario. Y cuando me otorga ese placer de derramarme, no le importa que manche sus delicadas manos con mi semen. Luego me lo restriega por la cara. Yo se las lamo y limpio con delectación, procurando devolverle algo del goce que me ha obsequiado, probablemente sin merecerlo. Pero como cualquier mujer joven no desdeña la oportunidad de tener sexo con quien ELLA decide y el día que le apetece. Yo en esos momentos en que ELLA disfruta de su cuerpo y del de algún hombre joven, me siento recompensado por tanta dicha, esa que advierto en sus ojos horas después. No puedo sin embargo evitar, los pensamientos en los que me imagino siendo yo el responsable de sus orgasmos, pero son sólo sueños que jamás se harán realidad, ya que ambos, sobre todo yo, sabemos perfectamente cual es mi lugar. Pero mi misión fundamental, además de procurarle el necesario servicio doméstico y logístico que cualquier Ama demanda, es escribir. Un papel que con lo que me dijo aquella noche iba a pertenecerme en exclusiva igual que mi ser le pertenece en su totalidad. Era evidente que el marcarme me otorgaba poder pensarlo y sobre todo disfrutarlo. Seré suyo para siempre. Su esclavo escritor de cabecera. En la actualidad además de la segunda parte de la novela, estoy trabajando en una historia de terror, género que a ELLA le entusiasma. Espero lograr aterrarla el día que me la haga leer,
puede que este fin de semana se lo proponga si veo la oportunidad. El viernes se va de fiesta de Haloween con lucía, pero el sábado o el mismo domingo y quizá con la asistencia de alguna de sus amigas o amigos, se dé el caso. Espero no defraudarla.
También dediqué tiempo, durante aquella larga noche de insomnio, a pensar en su trabajo. Me gustaría tanto que no tuviera que dedicarle tantas horas. Me consta que no todas las sesiones y sumisos la complacen, pero le es necesario el dinero. Es cierto que contribuyo a su economía con quinientos euros mensuales que suelo utilizar para la compra mensual, una cantidad mínima que aceptó tras insistirle y no obstante negarse a tomar todos mis ahorros y que quizá esa nimia cantidad le permite tomarse algún día de asueto, pero me agradaría tanto que pudiera holgazanear más, viajar a su antojo, salir de compras sin restricciones presupuestarias, de paseo cuando y dónde le apeteciera...

El miércoles fue un día normal, pero por la noche comencé a preocuparme pues cerca de las nueve, hora en que suele regresar, no había dado señales de vida. Fue sobre las doce y media que oí el ruido de una moto de gran cilindrada. Me asomé y era ELLA. Venía acompañada de un hombre joven. Me pareció al abrirles la puerta, que estaban muy alegres. Los recibí naturalmente de rodillas. Pude testimoniar inmediatamente como mi DIOSA no sentía rubor alguno en mostrar su desbordante lujuria, comiéndose a besos profundos, casi canibalescos, aquel cuerpo joven y atlético. Él no esperó a tomarla entre sus brazos para sostenerla estrujándola contra su pelvis. ELLA entonces abrió sus
piernas y se pegó lascivamente al enardecido macho. De ese modo tan apasionado se dejó llevar hasta su habitación. Él tuvo tiempo de exclamar, imagino que para parangonarse todavía más: – ¿y si no se me pone dura, le ordenarás a éste que me la chupe? –ELLA en lugar de defender de algún escueto modo a su pertenencia, sólo añadió: –calla marrano, que no lo voy a permitir. –Sin duda se había referido a lo de no ponérsele dura. Por las risas de ambos, así lo interpreté. Se encerraron en la habitación sin dedicarme más atención si es que mi presencia se la había suscitado mínimamente.
Me retiré pues a mi cuarto sin probar bocado y me esforcé en no escuchar los gritos de placer que veían de su habitación, aunque he de confesarlo, me sentía feliz por ELLA. No había duda que aquel hombre joven la estaba colmando.
Sobre las tres de la madrugada tuve necesidad de ir al baño. Me dirigí intentando no hacer ruido. Entonces aprecié luz en el salón. Me acerqué y allí estaba él, acomodado despatarrado sobre el sofá y completamente desnudo. Fumaba un porro. Al verme no se inmutó, al contrario, me hizo una seña amigable para que me acercara. Secundé su indicación.
-¿Así que tú eres el sabueso que vigila el sueño?
Le hice un gesto para que bajara su tono de voz. Él me respondió con displicencia.
-No te preocupes. Le he echado tres polvos que la han dejado tiesa. Dormirá horas como un angelito. O una angelita.
Me molestó su comentario y la sonrisa que esbozó para acompañarlo, pero obvié indicárselo. Él prosiguió.
-Pero no creas, tu diosa es una buena putita. Joder como la mama. También yo me he quedado tieso. Aunque esa hierba que gasta, te recompone, es de puta madre. ¿Quieres un poco?
Ya no pude evitarlo. Procurando no alzar la voz pero con gesto furioso le espeté: –haga el favor de marchar, ahora mismo.
Él, mostrando su perfil más cínico me respondió: – ¿el perro me está echando? Joder tío, que somos compañeros. Que las tías son todas unas putas y lo único que valoran es una buena polla. Por cierto, ¿me enseñas tu jaula? Me ha comentado que no puedes ni pajearte sin su permiso, ¿es verdad eso?
Ya no pude resistir por más tiempo. Fui con mucho tiento por su ropa, procurando no despertar a mi DIOSA y se la arrojé a sus pies, señalándole de nuevo la puerta.
-Sal de aquí de una vez, cabrón.
Creo que era lo único que necesitaba para largarse, que alguien le acercara sus prendas. Se vistió y sin añadir más que: –tío, eres un tarado –salió de la casa. Temí que el ruido de la moto la despertara. No ocurrió. Me quedé sentado unos minutos en el mismo lugar que segundos antes había ocupado aquel hijo de puta que tanto placer le había dado a mi DIOSA, reflexionando sobre los últimos acontecimientos y esperando ofrecerle una creíble justificación en caso que ELLA apareciera. El último pensamiento al que recuerdo haberme dedicado poco antes de quedarme dormido, fue que sería marcado por mi DUEÑA.

A sus pies, su esclavo 24/7 y escritor.

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