miércoles, 30 de octubre de 2013

Un nuevo compañero (continuación – 3ª parte)

De forma expresa, no le había hecho referencia alguna a Mad_sum sobre el contacto físico con la DIOSA. Había presenciado como ELLA le había permitido tontear durante la cena de la noche anterior y por tanto desconocía si con él, ELLA iba a aplicar una política bien distinta que la que me había impuesto a mí desde el primer día. “Tus manos sólo me sirven para trabajar y en contadas ocasiones para masajearme los pies. Tu boca y lengua, para lamerlos y tus órganos sexuales para divertirme castigándolos”, esas habían sido sus diáfanas indicaciones desde el primer instante, por ello me sorprendió el día que me ordenó que le masajeara la espalda. Según manifestó, se la sentía extremamente cargada, intuí que fue la justificación y en otro momento se me hizo la luz, el día en que me permitió secar su hermoso y desnudo cuerpo tras tomar el baño que tanto la reconforta. Pero no me autorizó a aproximarme más a su delicado cuerpo a excepción de también, calzarla o descalzarla. Por ello sólo en mi imaginación puedo degustarla, lamerla, acariciarla y por supuesto yo mismo me censuro para acercarme en demasía a sus órganos más sensibles, sus hermosos senos y su seguramente, cálido sexo. Lo acepté desde el primer día y por tanto nada tengo que objetar, pero no puedo dejar de compartir que es un suplicio más de mi condición, quizá el más hiriente. Quizá fuera ésta, otra de las razones por las que no le comenté nada a mad_sum. Siento vergüenza de admitir que estoy conformado a servirla en la máxima cercanía sin poder ofrecerle todo lo que llevo dentro. Puede que la siguiente tortura sea tener que sentir sus estremecimientos a través de las descripciones que pueda regalarme mad_sum, o consolarme a través de sus confesiones, pero probablemente ni eso tendré en el futuro, o bien porque a él también le negará ese inmenso placer o simplemente porque no quiera compartirlo conmigo. Un verdadero esclavo es fiel hasta la muerte y el concepto de lealtad lo entiende como si se lo hubieran implantado a fuego, al menos es lo que a mí me ocurre y supongo que será lo que a él también le ocurrirá. De todos modos, quizá antes de que ELLA dé por concluido el aleccionamiento que me ha ordenado, me atreva a departir con el alumno mad_sum sobre este aspecto tan relevante y a la vez tan inalcanzable. No obstante cuando me refirió que él sólo estaría en la casa durante el fin de semana, me quedé en cierto modo reconfortado, por tanto si aún persistía en mí algún impedimento en abrirme completamente a aquel joven que tanto parecía agradarle a mi DUEÑA, desapareció totalmente. El desayuno fue rápido pues la DIOSA no tenía demasiado apetito y aunque siempre le preparo más cantidad de la que presumo se comerá, no tuve tiempo de engullir todas las sobras. Hacía horas, -desde el mediodía anterior-, que no había comido nada, por tanto la dieta a que me tiene sometido desde que vivo en su casa se estaba convirtiendo en extrema. En cambio no reprendió a mad_sum por agarrar un par de magdalenas cuando ya estábamos vestidos para acompañarla a pasear por la playa. Estos días de finales de octubre están siendo calurosos y por ello no desdeña acercarse hasta la arena y tomar el sol. A nosotros nos reservaba un poco más de ejercicio, aunque tras unos minutos, me ordenó que paseara a Zeus mientras ELLA invitaba a su nueva adquisición a acompañarla. Me lo señaló con un autoritario: “vuelve en media hora”. Me dediqué a su mascota mientras ellos dos se quedaban tendidos sobre las toallas que les había dispuesto. Estaba espléndida con aquel bikini negro. Me alejé con cierta envidia por no poder tenderme a su lado para estar pendiente de sus caprichos. No obstante con rapidez disipé ese sentimiento que en nada me beneficia pues de inmediato pensé en ELLA y su felicidad ya que no era la primera vez que la veía quedarse con otro hombre, libre o sumiso y disfrutar a su antojo de él, algo que en realidad me complace, pues a pesar de que pueda parecer absurdo, esa complacencia que imagino en ELLA llega hasta mí y ese joven posee un cuerpo joven, agraciado, dispuesto para que ELLA lo disfrute si ese es su deseo. Paseando a Zeus, sentí necesidad de tomar el sol sin la camiseta. No me importó que los que se cruzaban conmigo me observaran curiosos. Doy por sentado que el collar es llamativo, mucho más si observan el de Zeus. Ambos son parecidos, del mismo material, cuero negro y con anillas, el sólo dos, la que está libre para sujetarlo a través del mosquetón de la correa y aquella de la que pende la plaquita en la que está inscrito su nombre. En cambio el mío, claveteado como el de la mascota, tiene dos aros libres de los que aquel día de sábado colgaban cuatro mosquetones. Me los había hecho colocar mi DIOSA por si “me apetece manteros unidos por las muñequeras o para que andéis manteniendo el paso gracias a tener vuestros tobillos encadenados”. Cuando lo dijo, me corroyó por mi interior una sensación de pertenencia que estuvo a punto de hacer que me tambaleara. Es algo que me sucede cuando me maniata de alguna de las múltiples formas en que puede hacerlo la DIOSA. Es entonces, cuando me sujeta o me ata, que me siento más propiedad suya y es una sensación que me embarga, casi me obnubila por completo y ELLA lo detecta. El paroxismo llega cuando en esa sometida posición me ordena introducirme en la jaula que hay en el Templo o la que posee en su casa y que debo mantener en perfecto estado de revista. Es en estos momentos cuando todo mi cuerpo se estremece, por tanto que salga a pasear junto a ELLA portando colgados de los aros de mi collar, los mosquetones con los que pueda maniatarme de manos y pies cuando a ELLA le plazca y quizá delante de otras personas, me subyuga por completo y puedo afirmar que es una de las sensaciones más estimulantes y excitantes que puede regalarme. Durante los treinta minutos en que estuve cumpliendo sus órdenes, recordé una de las preguntas de mad_sum. “¿Y cómo la conociste?” No le obvié mi encuentro con el busto de la Diosa Nefertiti cuando visité el “Neues Museum” de Berlín. El busto de aquella reina que había vivido tres mil trescientos años antes me cautivó y cuando dos meses después, pululando por Internet me encontré con las fotos de la Diosa Nefer, aquella influencia que me había llevado de Berlín renació en mi interior. “Es ELLA” me dije y sentí un deseo irrefrenable de acercarme y ofrecerme. “Así fue como me sentí atado de por vida a esta bella mujer”, le confesé al joven. Luego le expliqué la necesidad que experimenté por escribirle y dedicarle una novela. Ella, asintió, “pues creo que nadie se lo había propuesto, por supuesto ningún sumiso”. Le conté también que en los primeros encuentros me dedique a leerle las primeras partes de la historia y que a ELLA la complacía debido a que esos encuentros eran distintos a las sesiones habituales con otros sumisos. Fue entonces cuando él me confesó que no escribía, pero que lo intentaría. Temí que fuera del agrado de la DIOSA y eso significara mi destierro de su vida, pues no dudo que el joven intentará por todos los medios regalarle relatos que puedan complacerla. Cuando regresé, pasados más de treinta minutos, ambos estaban sentados en la terraza de uno de los últimos chiringuitos que todavía permanecía abierto en aquella fecha. Estaban tomando unos refrescos y departían como dos viejos amigos. No escatimaban las sonrisas e incluso ELLA tenía deferencias con el joven que pocas veces he visto con sus amigos. Me sentí celoso, levemente, pues no lo he sido nunca, pero de nuevo me asistió el sentimiento de felicidad: ELLA se veía feliz, radiante, alegre. En silencio di gracias a mad_sum pues algo tenía a ver en ello. Decidí entonces que si ELLA me lo autorizaba, escribiría sobre la llegada a su vida de ese joven que parecía gustarle no sólo en condición de sumiso, también como posible compañero vainilla. A sus pies, su esclavo 24/7 y escritor.

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